23 oct 2010

Donde Habita el Olvido.

Cuando se despertó no recordaba nada de la noche anterior.
"Demasiadas cervezas" dijo, al ver mi cabeza al lado de la suya en la almohada. Y la besé otra vez, pero ya no era ayer, sino mañana. Y un insolente sol, como un ladrón, entró por la ventana. El día que llegó tenía ojeras malvas y barro en el tacón. Desnudos, pero extraños, nos vió, roto el engaño de la noche, la cruda luz del alba. Era la hora de huir y se fue sin decir: "llámame un día".
Desde el balcón la ví perderse en el trajín de la Gran Vía. Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Una vez me contó un amigo común que la vió... donde habita el olvido.
La pupila archivó: un semáforo en rojo, una mochila, un peugeot y aquellos ojos miopes, y la sangre al galope por mis venas, y una nube de arena dentro del corazón, y esta racha de amor sin apetito.
Los besos que perdí por no saber decir "te necesito". Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Una vez me contó un amigo común que la vió... donde habita el olvido.


Joaquín Sabina

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