8 feb 2011

Amor en cuentakilómetros.

El problema de las relaciones es que son como un coche.
Puedes acelerar e ir a tope, alanzar los 120, los 150, y si la cosa se pone turbia, el freno cumple con su deber. A veces de modo gradual, otras en seco. Incluso siempre quedará el freno de mano. Puedes disfrutar de kilómetros y kilómetros porque, si te quedas sin gasolina, el remedio está en estacionar y poner más.
Pero, en ocasiones, todo falla, y es tal la velocidad que no hay modo de pararlo y te estrellas, o no calculas bien y te quedas tirado en medio de la carretera cuando la gasolinera más cercana está a 300 millas.

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