15 mar 2011

Te quiero un huevo

No quiere. O no puede. Lo cual, ahora mismo, son más o menos lo mismo. Se avecina el tormento que le proporciona llevar la razón. "No sé ganar, nunca he sabido". Se sabe nacida para perder. Es buena en la batalla de palabras, pero le falta el coraje, le falta el valor que convierte a un bueno orador en un gran persuasor. Es consciente de que el esfuerzo, en el 99% de los casos, es vano e inutil, y no se atreve a defender su posición sólo por ese 1% restante, le cuesta creer que vale la pena. Así que se calla, se traga sus argumentos y permanece inmóvil frente a la parrafada que está a punto de caerle encima.

Lo extraño es que nadie se queda en ese silencio, nadie lo aprecia, nadie intenta mirar más allá de esos ojos verdes que reflejan la pena de el que siempre apagó su defensa. Porque el mundo es cruel, y la gente egoísta, y el lunes le pesa, y el martes parece un infierno, y el miércoles se derrumbará el mundo. Y sólo estaré yo, através de un teléfono, a casi 400 kilómetros de distancia, intentando levantar la peor de las caídas: la esperanza. La esperanza de que todo cambie, de que el fin de semana llegue pronto y no se le haga tarde, y la vida no se le quede corta.

2 comentarios:

  1. qué puta mierda es querer y no tener... tranquila, somos unos cuantos como tú.
    Pd: siempre quedarán las canciones

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