17 jun 2011

Delirio de cordura




Si alguien me preguntara qué es exactamente el movimiento del 15M, no sabría responder. Hasta hace relativamente poco, lo tenía bastante claro, pero ahora estoy algo confundida. Acabo de leer un texto en el que se dice que los honrados saben desbancar a los canallas, pero que sólo los canallas tienen siempre un plan. Quizás es eso lo que siento que falla. No hago más que recibir mails con quejas; es como si los indignados pretendieran indignar al resto del pueblo, cosa que no me parece del todo mal, si no fuera porque también siento que eso es lo único que hacen. ¿Acaso no es posible una organización efectiva que produzca un efecto real?


Sustancialmente, el 15M no es del todo un movimiento, sino una actitud, y es una actitud que llevaba mucho tiempo sin revelarse. El hecho de que haya salido a la luz ahora solo es una consecuencia temporal, como todos los sucesos en la historia.


Recuerdo que, cuando estudiaba la Revolución francesa en bachillerato, mi padre estaba escribiendo para cierto periódico, y publicó un artículo titulado: "Tiranía y caciquismo". He pensado mucho en esa columna durante el último mes, y me he ido dando cuenta de que, muy a mi pesar, el sistema funciona mediante una especie de dictadura, y que, afortunadamente, lo que ha ido aconteciendo en Sol y en muchas otras plazas es como aquel pasaje en Pulp Fiction: "El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por la avaricia de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que, en nombre de la claridad y la buena voluntad, saque a los débiles del Valle de la Oscuridad".


No sé hacia dónde se dirige todo esto, ni siquiera sabría decir qué dirección tiene, pero estoy segura de que, aunque no logre cambiar nada, es un paso hacia delante. Muchas veces, hablando sobre el cristianismo, he llegado a la conclusión de que funcionó porque, además de ser una idea formidable, se difundió con ilusión, y eso es lo que hace falta, eso es lo que veo en #tomalaplaza: ilusión, una quimera de algún modo posible. Veo el Derecho al delirio de Galeano.




"Ahora se me ocurre que, tal vez, tú eres el hombre recto, y yo el pastor, y que este mundo es injusto y egoísta. Me gustaría ese rollo, pero no es la verdad. La verdad es que tú eres el débil y yo la tiranía de los hombres malos. Pero me esfuerzo, Ringo, me esfuerzo con toda intensidad por ser el pastor".

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