20 jun 2011

La casualidad de nuestras vidas

Mi tío solía decir que las personas nunca se van del todo, sino que se alejan en otra dirección durante un tiempo, para poder volver a anclarse cuando llegue el momento. Me he dado cuenta de que, por mucho que esperes que algo llegue, o que alguien vuelva a ti, ese regreso siempre ocurre a destiempo. Las personas nunca llegan cuando crees que deberían llegar, sino que irrumpen en tu vida como por arte de magia... y es extraordinario, porque nos brinda la oportunidad de romper el marco preparado y crear uno nuevo.
No creo en el destino, soy una amante de la suerte, pero conozco esa sensación de saber que es esa persona y nadie más, y que, por mucho mundo que haya de por medio, la voluntad para encajar los golpes y la libertad de marcar los pasos, ha de llevarte hasta ella. Confío en que sucederá. Tengo la certeza de que sucederá. Porque soy una ilusa, y el amor, el amor pleno, es para los valientes. Solo aquellos que tuvieron el valor suficiente como para dejarse enamorar son aquellos que consiguen lo que se proponen en la vida. Esos son los únicos capaces de abandonar el mundo y largarse lejos para recomenzar con fuerza, para cargarse de conocimiento y experiencia que compartir, para agarrar con dedicación las piezas del puzzle, y conseguir que todo vuelva a encajar, mucho más adelante, en un futuro que llegará, en un futuro que comenzó entonces, cuando abrieron el corazón, cuando lo abrieron a otra persona.

2 comentarios:

  1. Es precioso. Tienes mucha razón... amar es de valientes. ¡Cuántas veces tememos enamorarnos!
    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  2. Pues yo también soy valiente, digo, masoquista.

    ResponderEliminar