16 jun 2011

Ya no puedo ayudarte

Se recrea en su propio dolor y no se aferra a nada, se deja llevar por la tristeza y echa ancla en el pasado, en algún momento en el que fue feliz, y se queda ahí, firme, inmóvil en un recuerdo. No sabe, o quizás no quiere, aceptar que todo se quedó atrás, que los sueños de ayer son las heridas de mañana, y que si no sanas las heridas y curas los miedos, las cicatrices son permanentes. Se sumerge en su propio hundimiento y no le pone agallas para escalar, se apalanca en su agujero porque sabe que salir requiere empeño y voluntad, muchísima voluntad, y no quiere enfrentarse a ese esfuerzo. Permanece donde está porque sabe que es más sencillo.

Quizás la culpa es mía, que no le dije las cosas a tiempo, que no fui capaz de explicarle que la vida avanza y no hay que rezagarse, porque sino los sentimientos te comen. Quizás la responsabilidad ahora es mía, y debo ejercer a la vez de fiscal, abogado y juez imparcial, y sentenciar su posición, declarar su culpabilidad y mantenerme constante dentro de mi actitud.

O quizás... quizás lo que hace solo refleja el egoísmo personal y las dioptrías del enamorado.

1 comentario:

  1. A veces no nos podemos mover,
    aunque otros nos impulsen con todas sus fuerzas,
    no podemos,
    porque no estamos preparados para dar el primer paso.
    Tal vez necesitemos sentir en ese pequeño agujero lo poco que no nos arrebató el amor, el desamor, él. Y que las lagrimas vayan inundando poco a poco nuestros brazos y vuelvan nuestros labios más salados, como un bálsamo.

    Pero pronto, el día menos pensado daremos un paso, chiquito, pero lleno de fuerza y nos impulsaremos desde lo más profundo de la tierra, deseosos de volver a ver la luz del sol.

    Un texto verdaderamente comnovedor.
    Un saludo.

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