14 oct 2011

Bring me the Horizon

Cuando hablamos de las personas que queremos, pocas veces mencionamos las partes malas. Preferimos presentar una distorsión a tener que mostrar la realidad. Sin embargo, con ella es diferente, pues fue justo una mala pasada lo que me hizo ver lo grande que era.
La besé en las escaleras de una salida de emergencia. Era una estación de autobuses. Era un lunes. Y la deseaba más que a cualquier otra cosa en el mundo. Poco tiempo más tarde dije que no por miedo a hacernos daño, y nos lo hice y las cosas cambiaron. Pero fue entonces cuando me di cuenta de que hay personas que nos tocan con gestos ínfimos, pequeños, casi invisibles, pero con un valor incalculable. No sé si la amé. No recuerdo porque renuncié a tenerla. Pero ahora llama, y la extraño. Y deseo hacerla reír todos los días, para así borrar cualquier desbarajuste de su vida. Es tarde, y estamos lejos, pero desde el instante en el que dice que necesita hablar conmigo, ella pasa a ser lo primero. Necesito que sea feliz, porque sino me sentiría responsable de su tristeza. Porque gran parte de los mejores momentos de mi vida me los dejé en su azotea, y todas las veces que dijo... "¡Sobrao!"

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