Callada, a su lado, mientras él habla de lo que siente, arrimando la distancia, soy la persona más feliz del mundo. Callada, a su lado, mientras nuestros besos no dicen nada y lo dicen todo, soy la mujer más feliz del mundo.
Hablo poco; ya he invertido demasiadas palabras; ahora me toca enmudecer y escuchar. Escuchar todo aquello que nunca ha sabido contar, todo ese cúmulo de emociones que pocas veces comparte. Me toca recorrer ese tramo que mis preguntas achantaba.
Empleé mucho tiempo en hablar, considerando que no había nada en el silencio. Y, sin embargo, cuando menos me lo espero, estamos sentados sobre el capó de un coche blanco y permanezco callada, admirando a la gran persona que tengo al lado. Y es entonces, en ese preciso instante, cuando me doy cuenta de que nunca he dejado de amarle.
Y permanezco callada, a su lado, escuchando lo que él siente, dejando de lado la distancia, sintiéndome la persona más feliz del mundo.
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