"Quédate", es lo único que dice, "quédate conmigo", y me muero de ganas por quedarme, pero es tarde y ya no puedo. Y pensar que esto comenzó hace dos años, pensar que tan sólo fue una noche y un par de días y, sin embargo, no ser capaz de controlar lo que siento.
Al día siguiente es una cafetería y varias cervezas. Confesiones ebrias de ganas sobrias. Entonces me besa, y yo me río. La incoherencia, la impulsividad, el deseo mudo, la pasión incontrolable. Y sus manos. Hacía tanto que no encontraba unas así, tan simples, tan cariñosas, tan repletas. Hacía mucho que nadie confundía mis ansias. Hacía mucho que nadie me hacía sentir tan... real.
Mi segundo favorito de todos los que has escrito hasta ahora.
ResponderEliminarTe superas, Guirao.
Kiwi.