"No entiendo qué manía tienes por ser diferente" y lo cierto es que yo tampoco lo sabía. Quizás era pequeña y no podía comprenderlo, o quizás, en el fondo, no era una manía, sino una realidad. Ordenar piedras por orden alfabético y el constante estar en otro mundo ya daban pie a un caso de niña peculiar.
Lo curioso es que nunca fui consciente de mis rarezas y desigualdades hasta que no crecí y empecé a decantarme por las cosas menos comunes. ¿Cuántas niñas de 13 años sienten tanta devoción por una colección de vinilos? ¿Cómo es posible que me haga tanta ilusión recibir calcetines por mi cumpleaños? Y las estrellitas de pasta en la sopa, y los bolígrafos de tinta líquida, y pasarme horas embobada mirando el fuego, y fijarme en los detalles más absurdos, y comprar los discos originales, y desenvolver un regalo cuidadosamente por la parte del celo, y el olor a barniz, y el ruido de las lavadoras. Y, por supuesto, que alguien me cuente cosas que no sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario