Hay que conocer los límites para saber cómo superarlos, porque si te descuidas y, en lugar de mirar al frente, apartas la mirada dos segundos para observar por el retrovisor, descarrilas y te la pegas. Y aunque puedes salir ileso, perder el control es algo jodido. Y si es cierto aquello de que el horizonte sólo es un punto en el infinito que se aleja a medida que uno se acerca, aún queda mucho camino por recorrer.

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