Me gustaría poder decir que todo sigue igual, que nada de lo fundamental ha cambiado, pero no soy capaz de reconocerte. Te miro pero no veo a la persona que conocí, sino a alguien extraño que ha tomado una decisión que escapa los límites de mi razón. Y me duele, porque me encantaría poder seguirte, animarte a ello, decirte que es lo más adecuado, que de verdad te hará bien... pero no puedo. Conozco demasiado bien la dirección que has tomado y sé que no es el camino. Y me hunde que no seas consciente de ello.
Dicen que la esperanza es lo último que muere, y no es que me hayas perdido, ni siquiera estoy enfadada, tan sólo me quema el espíritu, y me defrauda. Ya no sé que hacer, ya no sé quién eres. Quizás alguien te ha lavado la cabeza, o quizás es tal la desesperación que no logras ver más allá de ese horizonte.
Es lo único que me hace mirar en otra dirección y creer que ella nunca existió.
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